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miércoles, 20 de abril de 2011

Trois Couleurs: Bleu (1993)


Aquí nos topamos con un drama total que no pretende serlo. Es la primera entrega de una trilogía del director Krzysztof Kieślowski: Trois Couleurs: Bleu (Tres Colores: Azul), que están basadas en los colores de la bandera francesa, azul, blanco y rojo, cuyos significados son libertad, igualdad y fraternidad respectivamente. 


Kieślowski intenta hacer un retrato psicológico y muy humano sobre lo que podría implicar y significar la libertad; pintado lentamente, para asimilar los cambios por los que atraviesa el personaje principal.

Durante toda la película, se hacen alusiones obvias hacia el color azul, ya sea por medio de juegos de luces, la lámpara que cuelga en el departamento de Julie, el cielo azul pálido que se proyecta en la televisión de su madre, la alberca que cada vez abruma más a la interfecta o destellos que enmarcan la pantalla en ciertos momentos importantes.



Todas las acciones tienen lugar en Paris, y la historia comienza cuando Julie (Juliette Binoche), pierde en un accidente automovilístico a su hija Anna y a su esposo Patrice de Courcy, quien resulta ser un afamado compositor de piezas musicales. El dilema de Julie comienza cuando su reacción principal después del accidente es cometer suicidio con una sobredosis de pastillas, acción que no logra concretar por su propia voluntad.

Después, nos vamos encontrando con una Julie en extremo fría, grosera y distante, que hace todo lo que está en su poder para deshacerse de su pasado y enterrar a su familia que ya no existe. Vende pertenencias, abandona su casa, se muda lejos, no quiere saber de nadie y tira a la basura la última pieza en la que trabajaba su esposo (y que al final no comprendemos si ella era en realidad la compositora).

Poco a poco, personajes que se envuelven en la historia, aparecen en la vida de Julie para ayudarle a dar un paso en dirección a la sanidad. El primerísimo en la lista claro, es el comprensible y soltero compañero de trabajo de Patrice,  llamado Olivier, y que da la casualidad que siempre ha estado enamorado de Julie, después el joven que fue testigo de su accidente de auto, la prostituta que la ayuda en sus momentos de culpabilidad, Sandrine, la amante de su esposo y finalmente enfrenta a Olivier nuevamente, después de aceptar varias situaciones y liberarse a ella misma de las sogas que se ató.

Como recursos visuales encontramos sencillamente la iluminación azulada y los elementos del montaje que nos permiten rápidamente identificar a la película con su título, así como el plano detalle del ojo de Julie, en los momentos de aprehensión y liberación del dolor que le ha causado el penoso accidente. 

 

En una hermosa metáfora que mezcla la vida de Julie con piezas musicales sin terminar, nos vamos ando cuenta que ella ha mejorado su estado de ánimo y está dispuesta a retomar su vida cuando se da cuenta que tiene la libertad de decidir qué hacer de ella: tiene la libertad de sentir lo quiera con respecto a la infidelidad de su esposo, puede ser amiga del tipo de personas que ella quiera, puede rehacer su vida en el momento que le plazca, de enamorarse una vez más. Tiene el derecho y libertad de conocer a la amante de su esposo, de visitar o no a su madre, o de terminar la pieza musical, y es así como empieza la recuperación del espíritu quebrado de Julie.

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