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miércoles, 20 de abril de 2011

La rosa púrpura de El Cairo (1985)


En este segundo ejemplo de metafilm (es decir, una película sobre otra película) que incluyo en mi antología, encontramos un film diferente a la sátira que generalmente proponía Woody Allen en sus producciones anteriores a 1985, ofreciendo esta comedia nostálgica sobre las aspiraciones mágicas del cine sobre un pueblo desolado por una crisis económica.


 
Es precisamente en New Jersey de la Gran Depresión de los 30’s donde se sitúa este film que habla sobre el amor ideal al que todos aspiramos, con tintes de la cruda realidad dentro de una narración melancólica que nos deja con un sabor de boca chocante, pero que nos sigue haciendo creer en la fábrica de sueños que es la cinematografía.



La protagonista de esta historia, claramente tendría que ser un símil de Cenicienta. Es por eso que Cecilia, interpretada por la entonces pareja de Woody Allen, Mia Farrow, es una camarera pobre y un tanto ingenua que soporta malos tratos de su jefe y de su violento, desempleado y mantenido esposo. 



Para “olvidar sus penas”, la triste mesera pasa los días perdiéndose en la hechizo del cine. Cuando asiste por octava vez a ver una película de aventuras y romance llamada “La rosa púrpura de El Cairo”, el encantador héroe  Gil Sheperd (interpretado por Jeff Daniels) sale de la pantalla para conocer a la chica e iniciar un romance con ella.


Así que escapan del cine, mientras todos los demás personajes de la película comienzan a discutir por la falta del protagonista y la gente del cine comienza a quejarse de la proyección. El evento inesperado se convierte en escándalo (que no puede ocurrir en la realidad) y se vuelve prioridad para los productores encontrar al personaje de Gil Sheperd que se encuentra inmerso en el mundo real, creyendo que su dinero falso, su fama y valentía le darán el mismo valor que tenía en la película.

El arrogante y egoísta actor que interpreta a Gil Sheperd, Tom Baxter (también interpretado por Jeff Daniels), es enviado a buscar a su creación que anda suelta.

Comienza así una travesía entre la realidad y la ficción, ya que Cecilia y Gil entran nuevamente a la película y cambian la historia, y el artero Tom Baxter, convence a Cecilia que la realidad es mejor que la fantasía que está viviendo, y que él está enamorado de ella, lo que lleva a Cecilia a despedirse de su sueño y regresar a Gil a la pantalla de donde salió.



El abandono posterior a haber conseguido lo que quería del egoísta Baxter es una enseñanza para Cecilia, que vuelve a su vida real con una nueva visión, y una frase que pronuncia Mia Farrow en su personaje se vuelve memorable: “He conocido a un hombre maravilloso. Es imaginario, pero ¿qué importa eso? No se puede tener todo”, engrandece las creencias y el objetivo del cine, de crear de la nada, lugares y personajes, y por consiguiente, personalidades y estilos de vida ideales.

La banda sonora,  como suele emplear el director cada vez que puede, la deja a cargo de las Grandes Bandas y del swing, que en este caso va acorde a la ciudad y el tiempo.

Allen, crea esta maravillosa historia ligera muy fácil de seguir, utilizando recursos sencillos que logran hacer una diferencia clara entre escenarios (el idílico del cine y el crudo de la realidad) con tomas en blanco y negro y a color respectivamente.

El argumento de la película logra convencer al público de que la ficción no es mala y puede salvar vidas, e invita a la reflexión sobre lo que queremos y lo que tenemos en realidad, para sobrellevar los golpes de la vida. 


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