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martes, 19 de abril de 2011

Ciudadano Kane (1941)


Estamos hablando de la que ha sido considerada por múltiples rankings, listas, revistas y hasta por el American Film Institute como la película más grande de todos los tiempos. Se trata del debut exitoso de Orson Welles, que tan sólo con 24 años de edad, dirigió, produjo y coescribió el guión  de Ciudadano Kane.

 

Tuvo nueve nominaciones a los Premios Óscar, de los cuales sólo obtuvo el de mejor guión original (Herman J. Mankiewwicz y Orson Welles), por lo que haré mi mejor esfuerzo.

Hoy, este film sigue siendo muy célebre, también obligado por todos los amantes de cine, y para enseñanza del séptimo arte, como ejemplo de todos los recursos del lenguaje cinematográfico que utilizó Welles: la técnica con gran angular que permite enfocar los tres planos por parte del fotógrafo Gregg Toland, los claroscuros que añaden misterio y los ambiciosos movimientos de cámara que sólo pudieron haber sido realizados con rieles y grúas.



El argumento detrás de Ciudadano Kane puede ser aparentemente simple, incluso después de ver la película, pero analizándolo con minuciosidad, podemos ver como la aparente sencillez de la trama desemboca en decenas de mini-problemas adicionales, como el abandono y la falta de cariño paterno, la restricción de la libertad, la traición, el distanciamiento emocional, la ambición y el poder político.

En la película, existe mucho contexto, ya que estamos hablando de la historia de la vida de un hombre muy importante, un magnate periodístico, personaje complejo que cuenta con obvias comparaciones con la vida del “otro” magnate de la prensa, William Randolph Hearst, que casualmente trató de impedir la realización de la película, y posteriormente, trató de desprestigiarla en sus medios de comunicación.

El film comienza con la muerte del magnate Charles Foster Kane, quien anciano, enfermo y encamado en su lúgubre pero ostentosa mansión llamada Xanadú, muere solamente rodeado por la servidumbre, después de pronunciar su última palabra: Rosebud.

A eso sigue un comunicado de prensa, en donde varios periodistas se preguntan cuál es el significado de la última palabra de Kane, y nadie parece tener respuesta, lo que lleva a Jerry Thompson, un periodista de la competencia, a investigar el significado de esa misteriosa palabra. Para cumplir con su objetivo, Thompson busca a la gente más allegada de Kane, empezando por un banquero que era su tutor, el Sr. Thatcher, a quien logra aludir gracias a los recuerdos escritos en un diario viejo. Después va con su amigo de toda la vida, el Sr. Bernstein, posteriormente con un amigo de la universidad y empleado, Jedediah Leland, más tarde con su amante y segunda esposa, Susan Alexander y finalmente con su mayordomo, Raymond, sin conseguir lo que desea.

“Rosebud” permanece como un misterio para el mundo que vive en la película, pero para el espectador de la misma, la incógnita es resuelta, gracias a las escenas finales que son enternecedoras, que emanan nostalgia valoran  la sencillez que hacía feliz al magnate al principio de su vida.



A todos los recursos tecnológicos y de montaje que mencioné antes, también se les sumaron la deconstrucción del tiempo de la narración, que a diferencia del tiempo lineal en el que se contaban las historias de ese tiempo, el film comienza por el final, y con un rítmico corsi-recorsi devela el resto de la historia, descubriendo a su debido tiempo a varios personajes en la vida de Charles Foster Kane, que exponen su conocimiento y relación con el personaje principal, dejando ver un lado y etapa diferente de la vida del magnate.

También destaca una adición que Orson Welles hizo  a los elementos cinematográficos: valiéndose de un narrador ubicuo, él brinda al público su mirada personal de director contando la historia a su manera. 


El film aborda temas como la insignificancia de la vida de una persona, concepto que es entendido hasta el final, así como la añoranza de la infancia y la felicidad, lo que la hace melancólica y la transforma en una obra maestra.

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