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martes, 19 de abril de 2011

8 ½ (1963)

Esta obra se trata de otro tipo de rareza, muy apartada de la extrañeza que sentí cuando vi Alphaville de Godard. La cinta 8½ del maestro Federico Fellini, nos habla de los laberintos mentales a los que nos podemos enfrentar durante un bloqueo creativo.



Creo que él, francamente, decidió tomar su crisis personal y convertirla en un divertido producto, al no encontrar respuesta ante sus necesidades creativas para realizar su novena película, ya que después de haber alcanzado el reconocimiento y la aclamación de la crítica, se vio en una encrucijada, para tomar un rumbo de su nuevo cine. 8½ tiene la función misma de ese puente.



En el comienzo de la película, el protagonista Guido Anselmi, realizador de películas trata de aclarar su mente después de hacer su última película ya que está sufriendo de un aislamiento creativo. Todo el mundo hace preguntas sobre su próximo trabajo y el decide evadir todas las preguntas de sus productores y de los mujeres de su vida, para ocultar y no afrontar el dilema por el cual atraviesa. 

Sus problemas maritales, el acoso de su amante, la presencia de su musa, Claudia, interpretada por el sex symbol Claudia Cardinale y las regresiones a su infancia con la misteriosa y sensual Saraghina se entremezclan para atormentar al creador y al final para esclarecer el problema, ya que se refugia en sueños pasados y en las mujeres de su vida para no afrontar la presión de la gente y las fechas límite que lo van alcanzando.

Claudia Cardinale, sex symbol de los años 60's

 Esta película es un perfecto retrato en blanco y negro de lo surreal y costumbrista de la cultura italiana, además de ser adornada con un vestuario y maquillaje soberbios que denotan pulcritud, elegancia y ostentosidad de los personajes principales.

Para muchos, esta pieza cinematográfica es indispensable para la historia del cine, ya que sin las características felinescas  e ilógicas de la misma, y la admisión de sueños y alucines con tintes autobiográficos de Fellini, los realizadores de la actualidad tal vez no admitirían que sufren de bloqueos creativos y frustraciones durante sus propias producciones.
Este metafilm, para hacerse divertido, obviamente tuvo que recurrir a la ficción y la ilógica manera de ver la vida, por ejemplo, finalizando con un baile del adiós en donde conviven amantes y esposa, payasos y autoridades eclesiásticas, una banda de música y amigos del cineasta, alrededor de una construcción de andamios inconclusa para la inexistente película de Guido Anselmi. 


Con este desfile digno de un circo, el final de la película de hecho marca el principio de la película en la película, que ante el estado de felicidad de Anselmi, puede empezar a realizarse. ¿Se podría comenzar todo de nuevo?

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